viernes, 5 de septiembre de 2014

Edward Lewis Wallant: Los inquilinos de Moonbloom

Idioma original: inglés
Título original: The tenants of Moonbloom
Año de publicación: 1963
Traducción: Miguel Martínez-Lage
Valoración: muy recomendable

Los inquilinos de Moonbloom es la última novela que Edward Lewis Wallant acabó, antes de fallecer de repente a los 36 años. En esta ocasión, tras el brillante prólogo de Eduardo Jordà para El prestamista, del texto introductorio se encarga Rodrigo Fresán, que opta por un tono más técnico y emparenta este libro con aspectos menos ortodoxos, más inesperados, sean series de TV como Seinfeld o películas como las de Wes Anderson.

No vamos a especular sobre lo que le hubiera esperado a Wallant si hubiera tenido el recorrido vital de un Philip Roth o un Don DeLillo. ¿Y si le hubiera dado por el autoconfinamiento? No lo parece, ni merecerá la pena entregarnos a esas cábalas. Disfrutemos de sus poderosos personajes, ya que, igual que Sol Nazerman en El prestamista, este Norman Moonblom, empleado por su hermano, y dedicado a la anodina tarea del paseo semanal para cobrar los alquileres de esos inquilinos que titulan a novela, queda dibujado en apenas unos párrafos iniciales. Venga, señores, que muchos acaban libros y ni nos hemos enterado qué pasa por la cabeza de sus protagonistas, cuando Norman Moonblom ha tardado unos párrafos en, merced a una conversación con su agresivo hermano, mostrarnos sus rasgos de carácter. Con una simple palabrita: ranana. Más tarde, cuando se entregue al repetitivo proceso de visitar uno a uno a toda esa galería de personajes, más de uno recordará, suponiendo que lo haya leído, claro, (cosa que recomendé muy ávidamente), a los personajes que visitaban la casa de empeños en El prestamista
Pero no hablamos, para nada, de repetición. Hablamos de un estilo. Un estilo impecable, que atrapa de immediato, que sitúa al lector sin apenas esfuerzo. Una página y vemos a Norman Moonbloom en el despacho de un semisótano, vemos los pies de los viandantes a través de los ventanucos. Cuando acompañemos a Norman, viva estampa del anti-héroe, en su periplo semanal de recaudación de rentas y recepción de agrias quejas, veremos las paredes sucias, las tuberías pésimamente mantenidas, las cucarachas, y oiremos una tras otra las lamentaciones de los inquilinos. Y cómo resuenan sin más repercusión en la cabeza impertérrita de Moonbloom. O eso creeremos.
Novela de redención, novela de amago coral, pero también crónica social y hasta política. Irwin, el hermano y propietario de la empresa, personaje importante y solamente presente en unas pocas conversaciones telefónicas, podría interpretarse como ese poder anónimo y asfixiante que sólo hace acto de presencia para intervenir. Novela, también, de una visceralidad latente, dura, pero grotesca.
Inútil lamentarse: si injusto fue que Wallant muriese con 36 años, no agravemos la situación ignorando su escasa pero valiosa aportación. Su obra está en ese lugar indefinido que solemos olvidar. No por nada una editorial de prestigio como Libros del Asteroide eligió esta novela como una de sus primeras apuestas, si bien no alcanzó la enorme repercusión que obtuvo la reivindicación de Robertson Davies. No permitamos por más tiempo que así sea. A recuperar necesariamente.

Otras obras de Lewis Wallant reseñadas en UnLibroAlDía: El prestamista

6 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi la verdad es que El prestamista no me pareció un gran libro. O mejor dicho, es un buen libro pero sin pasarse.
Pero lo que me pareció más llamativo fue el prólogo. El prestamista es un libro lúgubre de principio a fin, sin tregua. La historia de un tipo que tiene el corazón y el cerebro destrozados por una experiencia de verdadero horror, es dificil que sea de otra forma.
Pues en el prólogo, si no recuerdo mal se menciona que es un libro con mucho sentido del humor (no recuerdo la frase exacta).
O fue una ironía, o yo no sé ni por dónde me da el aire, o el prologuista es el que se despistó.

Francesc Bon dijo...

Gracias, wunque el comentario es sobre otro libro del autor, aunque disiento algo: no interpreté humor en ese prólogo, ni ironía, el prólogo era una especie de reportaje de investigación a la búsqueda del rastro de un escritor injustamente relegado al olvido por la escasa obra que le dio tiempo a completar en su corta vida.

Francesc Bon dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

No, no, si a mi el prólogo me gustó y me pareció muy inetresante. Como dices, es más un reportaje que un prólogo, pero no me entraba en la cabeza que dijera que en ese libro había humor.

Unknown dijo...

Un precioso libro <3 me tomó un tiempito leerlo pero valió la pena.

Unknown dijo...

Un precioso libro <3 me tomó un tiempito leerlo pero valió la pena.