sábado, 9 de marzo de 2013

Miguel de Unamuno: Sombras de sueño

Idioma original: español
Año de publicación: 1927
Año de estreno: 1930
Valoración: se deja leer

Siguiendo con nuestro afán por reseñar las últimas novedades editoriales, aquí vengo yo con una reseña de una obra de teatro de Unamuno escrita en 1926, publicada en 1927 y estrenada en 1930. El teatro de Unamuno es, seguramente, lo menos conocido y estudiado de su producción; incluso la poesía, que fue menos apreciada por sus contemporáneos y por los críticos posteriores, ha empezado a recibir una atención más sistemática y laudatoria; por no hablar de la narrativa o el ensayo, que son tradicionalmente los géneros privilegiados de la producción Unamuniana.

Y hasta cierto punto se comprende el por qué de esta desatención hacia el teatro de Unamuno, leyendo Sombras de sueño. Empezaré por decir que la obra plantea cuestiones interesantes -como no podía ser menos en una obra de Unamuno-: la cuestión de la identidad privada frente a la pública; el peso y el sentido de la historia (con algunas puyas al positivismo, así de pasada); o la relación del individuo con su propio pasado.

El argumento tiene cierta semejanza con La tempestad de Shakespeare, aunque con mucho menos vuelo, claro. En una pequeña isla viven Don Juan Manuel de Solórzano y su hija Elvira, que está apasionadamente enamorada de un héroe histórico al que solo conoce por un libro: Tulio Montalbán, libertador de su patria cuyo cuerpo desapareció misteriosamente después de una batalla (como ocurrió con el del rey Don Sebastián portugués). A esta isla llega un hombre joven que atrae la atención de todos: Julio Macedo, misterioso y seductor. Entre Elvira y Julio se produce el esperable encuentro y reconocimiento de las almas, pero todo se tuerce cuando él confiesa (redoble de tambores) que es el asesino de Tulio Montalbán. ¿O será el propio Tulio Montalbán disfrazado? (chanchancháaaaaan)

Y sin embargo, Unamuno no consigue construir una obra que atrape al lector/espectador. A pesar de que, efectivamente, plantea temas que podrían dar mucho juego, y que de hecho son muy actuales (por ejemplo, el "derecho al olvido", la finalidad de la historia o la relación entre narración, memoria e identidad), en conjunto en el texto ninguno de estos temas se desarrolla por caminos medianamente interesantes; los personajes, como sucede en sus nivolas, son encarnaciones de una idea o un sentimiento, unidimensionales, irreales. Además, las casualidades inverosímiles y los giros precipitados de la trama no sorprenden, sino que aturden.

Hay también otra razón por la que el talento (innegable) de Unamuno quizás encaja en el teatro peor que en cualquiera de los demás géneros: su estilo. Unamuno siempre escribe como Unamuno, y sus personajes siempre hablan como él. Incluso Elvira parece en ciertas escenas un Unamuno con faldas, que se enzarza en una discusión con su padre sobre el significado de don Quijote y Sancho, tema favorito del autor. Y no solo eso: aquí, como en cualquier texto de Unamuno, abundan las antítesis, paradojas, etimologías, paralelismos, creando un lenguaje denso y a veces confuso, repetitivo y antinatural. Si eso en una novela, ensayo o poesía puede ser interesante y hasta meritorio, en el teatro, creo, produce un efecto pesado y distanciador.

No cabe duda de que las obras teatrales de Unamuno tienen su interés en el conjunto de su producción, y que merecen ser estudiadas como nuevas reiteraciones, en un género distinto, de sus obsesiones temáticas recurrentes. Pero como espectador, la verdad, creo que no disfrutaría de ver estas Sombras de sueño.

También de Unamuno en ULAD: Niebla, San Manuel Bueno, mártir, Abel SánchezLa tía TulaPaz en la guerra

5 comentarios:

Ana Blasfuemia dijo...

Buceando entre reseñas... da gusto encontrarse con una de Miguel de Unamuno. Del que, por cierto, me quedo con su obra poética.

Anónimo dijo...

Yo no leo a Una-Mu-No ni aunque me paguen

Santi dijo...

Pues hombre, Anónimo, tampoco hay que ser así: Unamuno tiene obras muy interesantes, en novela, en ensayo y hasta en poesía, como dice Ana (aunque a mí la poesía de Unamuno me deja algo frío). Y si nos ponemos, incluso en el teatro de Unamuno se pueden encontrar virtudes.

Anónimo dijo...

No tenía ni idea del teatro de Unamuno. Gracias por el descubrimiento, intentaré hacerme con el ejemplar de 50 céntimos y portada vintage que presentáis.

Anónimo dijo...

cuando la ignorancia y el poco interés por la cultura y las letras se juntan, dan lugar a comentarios como ese...